Sustituir la contaminación, el ruido y el asfalto de la gran ciudad por el campo, supone siempre una motivación extra para echarse al monte a disfrutar del aire limpio y el silencio bullicioso en bosques y tramos junto a ríos, y sólo el silencio en las altas cumbres; si el destino se llama además "Aquilianos" para mí tiene además otra implicación, el reencuentro con mi amigo Nino, sin el que seguro que muchos de estos retos no serían posibles.
Por segundo año consecutivo y tras liarnos el uno al otro, nos decidimos a participar en esta travesía de singular belleza, que empezando en Ponferrada, atraviesa el Valle del Río Oza hasta llegar a Montes de Valdueza; el Valle del Silencio hasta llegar a Peñalba de Santiago; y posteriormente iniciar la ascensión a los grandes picos del cordal de los Aquilianos: Silla de la Yegua (2.143 m), Las Berdianas (2.116 m), Pico Tuerto (2.051 m) y La Guiana (1.849 m). Desde éste último punto comienza una dura y trepidante bajada hasta Ferradillo, atravesando el Campod e las Danzas; y desde Ferradillo hasta la meta en Ponferrada atravesando Rimor, Toral de Merayo, el Monte Pajariel, y cruzando el Río Boeza. En total aproximadamente 3.400 m de desnivel positivo y negativo acumulado en todo el recorrido, que hacen de ella una prueba dura, con una subida bestial pasado Santiago de Peñalba hasta la Silla de la Yegua en la que se ascienden 1.080 m en vertical en 3.5 km de ruta.
El día empezó temprano, para mí a a las 2:30 h (habíamos quedado a la puerta del hotel en León a las 4:00 h, pero me desvelé y preferí levantarme y evitar prisas de última hora para no despertar a mi peque). Tras salir del hotel, y viendo que no llegaban y se pasaba la hora (4:10 h), llamo al móvil a Nino y me engaña vilemente haciéndome creer que se han dormido y aún no se han levantado siquiera, tras lo que dejando pasar unos segundos sin decir nada se empieza a desternillar de risa (¿¿¿¿¿¿?????¡¡¡¡¡++--Brzzzzz..., ja.ja.ja!!!) y me comenta que ya están llegando, veo las luces del coche al fondo de la calle y por fin aparecen Miguel, Nino y Susana, nos saludamos, Nino se cambia a mi coche y nos dirigimos a Ponferrada, a la que llegamos sobre las 5:15 h. Cojemos el dorsal y nos disponemos a prepararnos y un pelín más tarde a iniciar esta nueva aventura a las 6:00 h.
Tras un primer tramo hasta Montes andando y trotando entre risas en más de una ocasión, el primer aperitivo del día para abrir boca, el Collado de la Malladina, en donde comencé con mis problemas musculares que ya no me abandonarían hasta el final de la carrera, y que se agravaron en la subida a la Silla de la Yegua, hasta tal punto que pensé en más de una ocasión en el abandono. Sufrimiento que sé que se transmitía a Nino, que siempre por delante de mí ralentizaba el paso para no dejarme excesivamente descolgado, e intentaba darme ánimos, aún a sabiendas de que a él este ritmo no le iba y le castigaba también. En estos momentos los pensamientos se agolpan en la cabeza, luchas contra los negativos que son muchos e intentas reforzar los positivos, pones el piloto automático, intentas no hacer caso a esa voz interna que te pide que pares, y sigues adelante, sufres, ves lo que queda por delante pero resistes; te asombras y piensas que la capacidad de resistencia del cuerpo es increible si aguantas mentalmente el tirón.
La llegada a la Silla de la Yegua supuso para mí todo un triunfo y un acicate para continuar, siempre con mi compañero de fatigas por delante y siguiendo sus consejos, hasta tal punto que en las subidas que se sucedieron hasta llegar al Pico Tuerto y posteriormente a La Guiana mi referencia visual eran sus zapatillas, su zancada, que imitaba para evitar tirones en los gemelos tal y como él mismo me recordaba de vez en cuando volviéndose hacia atrás (¡paso corto ángel....!), convirtiéndome en su sombra en muchos tramos.
Tras un primer tramo hasta Montes andando y trotando entre risas en más de una ocasión, el primer aperitivo del día para abrir boca, el Collado de la Malladina, en donde comencé con mis problemas musculares que ya no me abandonarían hasta el final de la carrera, y que se agravaron en la subida a la Silla de la Yegua, hasta tal punto que pensé en más de una ocasión en el abandono. Sufrimiento que sé que se transmitía a Nino, que siempre por delante de mí ralentizaba el paso para no dejarme excesivamente descolgado, e intentaba darme ánimos, aún a sabiendas de que a él este ritmo no le iba y le castigaba también. En estos momentos los pensamientos se agolpan en la cabeza, luchas contra los negativos que son muchos e intentas reforzar los positivos, pones el piloto automático, intentas no hacer caso a esa voz interna que te pide que pares, y sigues adelante, sufres, ves lo que queda por delante pero resistes; te asombras y piensas que la capacidad de resistencia del cuerpo es increible si aguantas mentalmente el tirón.
La llegada a la Silla de la Yegua supuso para mí todo un triunfo y un acicate para continuar, siempre con mi compañero de fatigas por delante y siguiendo sus consejos, hasta tal punto que en las subidas que se sucedieron hasta llegar al Pico Tuerto y posteriormente a La Guiana mi referencia visual eran sus zapatillas, su zancada, que imitaba para evitar tirones en los gemelos tal y como él mismo me recordaba de vez en cuando volviéndose hacia atrás (¡paso corto ángel....!), convirtiéndome en su sombra en muchos tramos.
A partir de La Guiana comenzaba otro infierno bien distinto, retener el cuerpo en las bajadas tirando de cuadriceps, que a estas alturas de la película estaban también bastante castigados. PACIENCIA, esa es la palabra mágica, paciencia con la que mi amigo aguantó mis continuas paradas y quejas hasta el final, hasta entrar en Ponferrada, hasta llegar a la Plaza de la Encina en donde Esther, mi hijo y Ángeles nos estaban esperando con cara de admiración, sonriendo, dándonos los últimos ánimos en esos metros finales hasta la Plaza del Ayuntamiento, y acompañándonos hasta el final. EMOCIÓN, mucha emoción, eso es lo que sentí al verles a ellos; EMOCIÓN también al cruzar la meta junto a mi amigo Nino, mi fiel escudero en esta batalla; ADMIRACIÓN por esta gran persona con la que compartí por segunda vez este reto, y AGRADECIMIENTO por su ayuda y apoyo durante todo el día; y como no, SATISFACCIÓN por haber superado este reto después de 12h 55m y 61 km.
GRACIAS a Nino y Ángeles por el recibimiento y acogida durante el fin de semana, como siempre que vamos a León, destacando especialmente la cocina de Ángeles (el domingo comimos un cocido que estaba para caerse de espaldas....), que ayudó sin duda a recuperar ánimos y fuerzas, y como no podía ser de otra manera a soñar con nuevos objetivos futuros (101 km Peregrinos..).
GRACIAS a Nino y Ángeles por el recibimiento y acogida durante el fin de semana, como siempre que vamos a León, destacando especialmente la cocina de Ángeles (el domingo comimos un cocido que estaba para caerse de espaldas....), que ayudó sin duda a recuperar ánimos y fuerzas, y como no podía ser de otra manera a soñar con nuevos objetivos futuros (101 km Peregrinos..).
P.D.: De tal palo tal astilla, es un dicho muy cierto. Sonia como el que no quiere, al igual que su padre, me estuvieros lanzando durante la comida del domingo varias indirectas en relación con los 101 Peregrinos. A fecha de hoy se me antoja un reto difícil, y después de lo pasado necesito tiempo para pensar reposadamente, aunque no me cabe duda que en compañía de ambos sería casi imposible no terminar. Ya veremos.....
5 comentarios:
Sois muy grandes, no se puede decir mucho más.
No sé por qué me da que acabarás contándonos cómo te fue en los 101km Peregrinos.
Un abrazo.
¡Vamos Angel, a por los 101!, no son tan duros como los Aquilianos.
Enhorabuena a los dos por terminar esta gesta, al igual que Susana y Miguel. Creo que una vez más nos habéis demostrado de qué pasta estáis hechos y de lo que sois capaces de hacer, anteponiendo valores tan significativos como el de la amistad. No muchos pueden decir lo mismo.
¡El reto de los 101 ya está encima de la mesa!
Un beso!
Nos esforzamos por amistad, y esta amistad ha nacido de un esfuerzo común. Nadie sabe dónde empieza y acaba cada cosa. ¡me tenéis alucinada! Enhorabuena
Madre mía Ángel que palizas que te pegas. De casualidad y cotilleando este blog vi una foto tuya y dije, joder si es Ángel. Pues nada que te deseo suerte para estas pedazo de carreras y te invito a que te pases por mi blog donde también va de esto del correr.
Un saludo.
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